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Quien quiera participar con su obra en el premio internacional de novela Rómulo Gallegos, tiene que saber esto: antes que al juicio del jurado, se enfrentará a la requisitoria de los detractores del premio. Los mismos que tienen a su disposición múltiples tribunas en los medios culturales más importantes. Para no mencionar que están respaldados por la opinión del mismísimo nobel de literatura Mario Vargas Llosa. ¿Querrá alguien complicar su nombre en uno de los procesos políticos más espantosos de los que este personaje tiene noticia?
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Porque, a ojos de todos ellos, la permanencia del chavismo en el gobierno
de Venezuela ha comprometido la vigencia y el prestigio del Rómulo Gallegos.
Así, en vez de aplaudir el retorno del mismo cada cierto tiempo, la emprenden
contra él y hasta indisponen con el público a quienes osen contarse entre sus
participantes. “Si participa, está avalando la dictadura chavista”, es, en suma,
lo que señalan. Sin contar que algunos, en un dislate mayúsculo, postulan el
recién creado premio de novela Mario Vargas Llosa como una alternativa
libertaria al “chavista” Rómulo Gallegos.
De hecho, antes de la edición inaugural del premio vargasllosiano, uno de los organizadores dio pasto a este dislate con sus declaraciones. Y, claro, ante esto es lícito preguntarse ¿qué clase de premio viene a ser uno que nace cebándose aviesamente en otro?, ¿de verdad creen que el nombre de quien recibió por primera vez el Rómulo Gallegos está llamado ahora a eclipsarlo?, ¿esperan también que el premio acabe sucumbiendo a la crisis por la que atraviesa Venezuela?, ¿no dejarán hasta entonces de revolverse contra él?
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Sin
embargo, mal de su grado, no han conseguido enterrar el magno prestigio del Rómulo
Gallegos. ¡Un premio aún más admirable en la adversidad y tan emblemático para
las letras hispanoamericanas! Ahí están para demostrarlo las 184 obras que se
presentaron a su última edición el año 2020. 184 obras de otros tantos autores
que tentaron así esa prenda inigualable de nuestras letras.
En cuanto al propio Mario Vargas Llosa, sus últimos años de vida ya abundan
bastante en dislates como para que encima otros vengan a cometerlos en su
nombre. Quien alguna vez brilló bajo el fuego de la literatura, ahora lo hace
bajo uno fatuo, triste simulacro de aquel.
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Ahora bien, es de una mala fe descomunal señalar que todos los escritores
que participan en el premio Rómulo Gallegos son chavistas o filochavistas.
Seguramente habrá algunos que lo son ¡y con todo derecho! Como también habrá
otros, totalmente apolíticos, que a lo sumo comulguen con la estética de la
revolución.
Acaso algún autor cuya obra, a fuerza ella misma de revolucionaria, descoloque, desconcierte o hasta suscite rechazo y condena en el jurado. Una obra tan audaz que a ojos de este raye en el galimatías o el absurdo. ¿Cómo podría un juicio ortodoxo y/o convencional hacer justicia a una obra de este tipo? Sin embargo, así como hay victorias pírricas, hay también fracasos fecundos que a la postre abren caminos, despejan horizontes y señalan el norte a los autores que vendrán. ¿No es así como también avanza la historia de las sociedades?
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