¿Necesita la wiphala la aprobación de la Lima rancia y conservadora para
ser un emblema de nuestra cultura andina? Evidentemente, no; solo eso faltaría.
Nuestra cultura andina, bullente y proteica, ha hecho suyo este emblema desde
hace varias décadas a través de distintas luchas: desde la que llevaron a cabo
los aymaras en el altiplano a mediados del siglo pasado, hasta la que
emprendieron los indígenas ecuatorianos en el año 2019 durante la llamada
rebelión de los zánganos. Así, detrás de este emblema, hay un relato compartido
por nuestros pueblos andinos. Un relato de lucha y resistencia que cuenta con
no pocos mártires. Y acaso los más
significativo de dicho relato sea precisamente eso: que no conoce fronteras
nacionales: tiene un carácter supranacional, pan andino, y como tal, más que
dividir, busca integrar: unidad en la diversidad representada en el diseño
policromo de la wiphala.
¿La emprenden contra ella los limeños conservadores bajo el argumento de que
no tiene una raíz incaica y es por tanto un fraude? Sin embargo, son ellos
mismos los que se llaman a engaño a este respecto: quienes hemos hecho ondear
la wiphala en algún momento, siempre la hemos identificado con nuestra cultura
andina, con su relato de lucha y resistencia, no directamente con los incas. Y
no, la wiphala, no necesita de la aprobación de nadie, ni demostrar su genealogía
incaica para ser el emblema de nuestros pueblos andinos.
Insisto: estos la han hecho suya ¡la están haciendo suya en las plazas y
calles de Lima! y eso basta.
Más aún: el relato que la wiphala trae consigo está, hoy por hoy, en desarrollo, y en él bien pueden caber todas las sangres como en un rayo de luz, todos los
colores.
En cuanto a su origen como bandera, es más que seguro que esto no respondió
a un capricho o una ocurrencia de alguien en particular, sino a una semiosis
identitaria y colectiva.
Su diseño policromo y ajedrezado ciertamente tiene un origen prehispánico. Hay muchas reliquias que confirman esto ¿Qué pudo haber significado? No hay una respuesta clara a esta pregunta entre los entendidos. Sin embargo, nuestra cultura andina, bullente y proteica, a resignificado este motivo ancestral y lo ha convertido en su bandera. Una bandera que más temprano que tarde también ondeará junto a nuestro pabellón nacional.