No está preso como su correligionario Jorge Glas, pero sí exiliado: hoy por
hoy, volver a su país no es una opción para el expresidente Rafael Correa: el
estado y los grandes medios se han encarnizado allí con su nombre: entre ambos
lo han convertido en el principal enemigo de la nación ecuatoriana, para no
hablar de la condena de varios años de cárcel que pesa sobre su cabeza. ¡Un
enemigo, un partidario del comunismo que mientras ejerció la presidencia solo dividió
y polarizó al país entre ricos y pobres! Sin embargo, ¿de verdad se han
desembarazado para siempre de él? Su exilio en Bélgica ¿de verdad asegura el
triunfo del nuevo gobierno restaurador? O es que la sombra del expresidente se
proyecta, a la distancia, sobre este último. Su nombre, arrastrado como ha sido
por el lodo, ¿no brilla aun en las conciencias de millones de ecuatorianos? ¿no
es prenda de honestidad y justicia para ellos? ¿no los moviliza contra el
gobierno restaurador? Las encuestas son claras en este sentido: el expresidente
cuenta con un gran apoyo popular al revés de lo que ocurre con el actual
presidente Guillermo Lasso. Y tanto más dudosa parece la solidez del gobierno
de este último, por cuanto tiene su verdadero origen en la traición: quizá la
más ruin de la historia humana reciente.
Todo el Ecuador lo vio, aunque no todos allí supieron o quisieron reaccionar
a tiempo.
Así, cuando quisieron reaccionar ya era tarde: el presidente que habían
elegido como sucesor y continuador de la obra de Rafael Correa, Lenin moreno,
¡ambos del mismo partido!, decidió asumir el discurso de los grandes medios:
tras la polarización promovida por el expresidente Correa, era hora de la
reconciliación, vale decir, de la repartija del estado entre los mismos de
siempre (grandes medios, cúpulas empresariales y políticas, etc). Y no paso
mucho tiempo antes de que la cólera atrasada de estos se desatara contra quien
había osado ponerle coto a su poder: el exdictador comunista Rafael Correa.
La cruzada restauradora había empezado.
Así, con tal de que sirviera a sus fines, no les importó a estos cruzados aupar
y usar a un traidor de la izquierda. ¡Semejante fruto podrido les había caído
del cielo y eso bastaba para retornar al poder con ímpetus atrasados! Sin
embargo, cinco años después, entre los cruzados no hay tranquilidad, ni mucho
menos: el estado ecuatoriano por reiterada vez ha solicitado a la Interpol
activar la alerta roja para la búsqueda y captura del prófugo de la justicia
ecuatoriana Rafael Correa, y por reiterada vez la Interpol ha desestimado su
solicitud. ¿Por qué será? Por su parte, los grandes medios hicieron lo suyo y
convirtieron el exilio del expresidente en Bélgica en el objetivo de un par de
misiones seudoperiodísticas: estas pensaban volver al Ecuador con las pruebas irrefutables
de la opulencia en la que vivía el exdictador, y abundar así en el escarnio que
hacen de él o de su nombre al menos. Ya podían ver los titulares: “Exdictador
comunista vive como un magnate con el dinero de todos los ecuatorianos”. “Toda
la verdad sobre la vida de lujos que lleva el prófugo Correa en Europa”. Sin embargo, no encontraron nada: entre la
vida académica, política y familiar, el expresidente sobrelleva su exilio con
bastante parsimonia y sencillez. En su desconcierto, los sicarios mediáticos optaron
entonces por la provocación abierta: seguir y sorprender al expresidente,
asediarlo en plena calle y obtener, eventualmente, una reacción violenta que
trasuntara su mala entraña comunista. “Ex dictador revela una vez más su odio a
la prensa libre!”, rezaría el titular.
Creyeron que estaban en Latinoamérica donde suelen apelar a este tipo de
maniobras con total impunidad, pero se equivocaron: el expresidente denunció a
uno de estos seudoperiodistas ante la justicia belga y esta falló a favor del
denunciante (el seudoperiodista fue condenado a una pena suspendida de tres
años de cárcel y a pagar una indemnización). Pero mayor revés sufrió el propio estado
ecuatoriano al conocerse en abril del 2022 otro fallo: emitido por el Comisariado
General de Bélgica para Refugiados y Apátridas, en virtud del mismo el estado
belga concedía la condición de asilado político al expresidente Rafael Correa.
¡Ahora era él quien recibía este beneficio que bajo su gobierno le fuera
otorgado al periodista Julián Assange!
Y aunque dicho fallo no tuvo la resonancia que merecía en toda Latinoamérica,
en el Ecuador echó luz sobre un hecho capital: el estado ecuatoriano ha sido
reemplazado por una especie de tinglado corrupto montado sobre la sevicia y la
traición. Tal es así que no tiene más objetivos que el de perseguir y aniquilar
políticamente el partido del expresidente Correa, (y a él mismo), y enriquecer
a sus acólitos a costa del interés público. Y todo esto mientras el país anda a
la deriva.
Sin embargo, la victoria para Correa y sus partidarios, a propósito del fallo en Bélgica, fue además de legal y moral, promisoria.
Así, desde entonces se diría que los acontecimientos se han precipitado en
el Ecuador: el exvicepresidente Jorge Glas, preso político, fue liberado y
devuelto a prisión, sucesivamente, tres veces hasta que hoy está finalmente libre;
en los comicios regionales de abril de este año, el partido del expresidente Correa
arrasó, ganando en las principales plazas electorales: Quito Y Guayaquil. Por último, el presidente Lasso fue sometido
a un proceso de destitución por parte de la Asamblea Nacional ante las graves
evidencias de corrupción en su contra, para no mencionar su ineptitud en la
conducción del país. Sin embargo, un día después de empezado este proceso, el
presidente, a fin de evitar su destitución inminente, invocó la figura de la
muerte cruzada. En virtud de esta figura, fue disuelta la Asamblea Nacional y se
procederá a convocar a elecciones generales anticipadas (tanto para el
ejecutivo y la asamblea). Y el partido que mejor se perfila para las mismas no es
otro que el de la Revolución Ciudadana. El partido de Rafael Correa.