La Relación de la conquista del Perú de
Titu Cusi Yupanqui, es un texto escrito no por quien figura como su autor, sino
por un clérigo que ofició como escriba del inca, vale decir, escribió bajo su
dictado. Esta salvedad que hacemos no es arbitraria ya que nos referimos a dos
hombres que pertenecían a distintas tradiciones: por un lado, la tradición
oral-andina del inca, y, por el otro, la tradición literario-occidental del
clérigo. La primera casi tan antigua como el hombre, y la segunda a manera de
una tecnología desconocida por nuestros pueblos aborígenes (aunque estos
tuvieran sus propios soportes sígnicos o tecnologías en este sentido, la
oralidad no dejaba de ser el principal medio de transmisión de conocimientos).
De ahí la sorpresa con la que se alude a la letra escrita en la Relación: “Y tambien los llamaban ansí, porque les hauian visto
hablar a solas en vnos paños blancos como vuna persona hablaba con otra, y
esto, por el leer en libros y cartas…” (Yupanqui Titu Cusi, 1973, p 15). “…y
aun nosotros los habemos visto por nuestros ojos a solas hablar en paños
blancos y nombrar a algunos de nosotros por nuestros nombres sin se lo decir naidie;
no más de por mirar al paño que tienen delante…” (Yupanqui Titu Cusi, 1973, p
20).
Las
circunstancias que reunieron a estos dos hombres fueron, por cierto, azas dramáticas: el inca
Titu Cusi Yupanqui había aceptado bautizarse y recibir al clérigo en cuestión
en las alturas boscosas de Vilcabamba, lugar donde se hallaba el último reducto
de la resistencia inca contra el invasor español. Sin embargo, no parecía
dispuesto a hacer mayores concesiones, y las conversaciones de paz con el
Gobernador del Perú de entonces, el licenciado Lope García de Castro, estaban
entrampadas.
Y
fue allí, en ese reducto, que tuvo lugar la primera aproximación de un inca a
esa nueva tecnología: la escritura. Aproximación urgida por las circunstancias
y favorecida por la presencia del clérigo Marcos García. Acaso este mismo
aconsejó al inca que pusiera por escrito el porqué de su causa y presentar el
texto ante el gobernador (este a su vez tendría que presentarlo –esa era la
idea del inca al menos- ante el propio rey Felipe de España). Lo cierto es que
ambos hombres se embarcaron en una colaboración harto singular: así, mientras
el inca dictaba, ¿con ayuda de un intérprete?, el clérigo escribía.
El
resultado fue un texto que, a despecho de la prosa semiformal del clérigo, tiene
un marcado espesor dramático. ¿Es esto último atribuible a la relación oral del
inca? En sus páginas se alternan los “parlamentos” y las “repuestas” de los
distintos personajes, destacándose entre estos el padre de Titu Cusi Yupanqui:
Manco Inca.
En
realidad, lo que hicieron ambos hombres –el inca y el clérigo- fue trocar o
cifrar por primera vez una tradición oral de siglos en una pieza literaria.
¿Perdió la relación oral del inca mucha de su frescura original en este
proceso? Seguramente que sí, pero algo quedó. Y sobre todo pudo dar así
testimonio no tanto al gobernador o el rey como “a quien leyere” de la
injusticia que se había cometido con su padre, y que aún se cometía contra él
mismo, el propio Titu Cusi Yupanqui. En ese sentido, se puede afirmar que la
primera aproximación a la escritura por parte de un inca fue también un recurso
postrero ante un desenlace que parecía inminente: la destrucción del último
reducto de la resistencia inca (y acaso la escritura, la literatura, sea
siempre el último recurso de quienes esperan la llegada de la muerte en un
reducto o en el exilio).
Insistimos en nuestra salvedad inicial: la autoría de este texto es compartida en tanto que es fruto de la colaboración entre dos hombres cuyas respectivas tradiciones eran totalmente distintas, para no hablar de sus cosmovisiones. ¿En qué términos tuvo lugar la colaboración entre ambos? ¿Cómo transcurrieron esas jornadas de trabajo en las alturas boscosas de Vilcabamba? No lo sabemos. En cualquier caso, pocas cosas más singulares registra la historia como la colaboración entre los hijos de dos tradiciones o, más aun, de dos civilizaciones que entonces protagonizaban un choque cataclísmico y fatal, sobre todo para los incas.
Referencia
Yupanqui, Titu Cusi (1973), Relación
de la Conquista del Perú, Editorial Horizonte.

