Vientos del pueblo (Dedicatoria) - Miguel Hernandez

                                                                          Dedico este libro

                                                               A Vicente Aleixandre

 

Vicente: A nosotros, que hemos nacido  poetas  entre todos  los hombres, nos ha hecho poetas la vida  junto a todos los hombres. Nosotros venimos  brotando  del manantial  de las guitarras  acogidas  por el pueblo, y cada poeta  que muere  deja en manos de otro, como una herencia, un instrumento que viene rodando desde la eternidad de la nada a nuestro corazón esparcido. Ante la sombra de dos poetas, nos levantamos otros dos, y ante la nuestra se levantaran otros dos mañana. Nuestro cimiento será siempre el mismo: la tierra. Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Solo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. Aquel que se atreve a manchar  esas manos, aquellos que se atreven a deshonrar esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía, y nadie los lavara: en su misma suciedad quedaran cegados. Tu voz y la mía irrumpen  del mismo venero. Lo que echo de menos en mi guitarra, lo hallo en la tuya. Pablo Neruda y tú me habéis  dado imborrables pruebas de poesía, y el pueblo hacia el que tiendo todas mis raíces alimenta y ensancha mis ansias  y mis cuerdas con el soplo cálido de sus movimientos nobles.

Los poetas  somos viento del pueblo: nacemos  para pasar soplando  a través de sus poros y conducir sus ojos  y sus sentimientos  hacia las cumbres màs hermosas. Hoy, este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja de un imponente modo  a ti, a mí, a varios, hacia al pueblo. El pueblo espera a los poetas  con la oreja  y el alma tendidas al pie de cada siglo.


                                                                           “Vientos del Pueblo”, Miguel Hernàndez


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